miércoles, diciembre 19, 2007

Descacharrante

Creo que este vídeo, que hemos descubierto en Escolar, es uno de los vídeos más divertidos que he visto en mucho tiempo:



Me encanta la cara del tipo cuando busca una salida; casi le estoy viendo abriendo puertas cegadas, hasta que acaba por encontrar la que parece buena y no, amigo, no era una excusa buena, gracias por participar pero no cuela.

Aparte del rostro de hormigón armado que gasta el gachó y de la valentía de la periodista al poner el dedo en la llaga (¿por qué no hacemos eso aquí en España, que los políticos torean periodistas afeitados?) hay que pensar en ese momento en el que el ministro, a salvo ya en el coche oficial, respiró profundamente y se preguntó: ¿habré quedado como un gilipollas? Pues verá, señor ministro, cómo le diría yo... Él estará dándole vueltas a lo que podía haber dicho en aquel momento, haciendo uso del ingenio de escalera del que hablaba no ha mucho Luisru, que no sabemos si es mucho o poco, eso es verdad.

Porque podía haber salido airoso del compromiso, una vez que la periodista le preguntó por Louis Vuitton y los zapatos Gucci, si tan sólo se le hubiera ocurrido decir cosas como, no sé, como estas mismas:

Yo... el capitalismo... el canibalismo... el mineralismo va a llegaaaaaaarr...

¿Qué culpa tengo yo de que los venezolanos de mierda no sean capaces de hacer corbatas en condiciones?

¿Usted en qué periódico trabajaba?

Ah, cómo, ¿pero es que Luis Buitón no es venezolano? ¿Francés? ¡Pero qué demonios...! ¿Dónde está mi asesor?

Dejamos un espacio amplio en los comentarios para que nos digan, con todo el tiempo del mundo, cómo habrían salido ustedes del aprieto.

martes, diciembre 11, 2007

Próximamente en las mejores estanterías

Si sois fieles seguidores de este blog sabréis que últimamente no me prodigo mucho en esto de escribir. Primero el culpable ha sido un embarazo letárgico, que me ha inducido hormonas de la vagancia más absoluta en cantidades industriales. Luego, ha sido la maternidad, que me ha robado lo que me quedaba de vida (y de cerebro). Actualmente, mi día a día es un vórtice que podríamos resumir en el siguiente esquema:

Dar teta-cambiar pañal-intentar que el bebé se duerma-dar teta-cambiar pañal-intentar que el bebé se duerma- dar teta- cambiar pañal-intentar que el bebé se duerma…

Y así hasta el infinito y más allá. O peor, porque en los escasos huecos que tengo libres, me toca atender a otra niña de tres años. Como imaginaréis cuando tengo un minuto libre en lo último que pienso es en escribir aquí cuando puedo hacer otras cosas como comer, dormir, ducharme y leer libros de autoayuda para superar la locura. Pero hoy no podía dejar de hacerlo. Bueno, en realidad, lo tenía que haber hecho el viernes pasado y hoy es martes, pero así están las cosas. Y es que el viernes pasó una cosa muy especial. Errr… bueno, en realidad, tenía que haber pasado el miércoles pero ya sabemos cómo funciona este país de mal y no digamos las empresas de mensajería y el paquete que tenía que haber llegado de nueve a once de la mañana el miércoles llegó sin avisar el viernes a las dos y media de la tarde.

-Es que me venía mal venir hasta aquí –me dijo el mensajero de MRW (si tenemos algún lector de la compañía MRW que, por favor, nos explique para qué llaman para concretar una cita con el receptor. En fin).

Como estoy hasta las trancas de hormonas femeninas mi intuición de la idem funciona que te pasas y aún sin tener noticias del interior del sobre, ya sabía qué me iba a encontrar en el interior. ¿Vosotros no?

Efectivamente. Era un bolsito negro como este. Oh, oh. Oh, Dios mío. DIOS MÍO. OHHHHHHH.



Y vosotros diréis: “pues no es para tanto, Rebeca, bonita. Desde aquí parece un bolso negro de tela o más bien, una antítesis de los bolsos de Louis Vuitton. Qué fácil lo tiene el Sr. Palomares para comprarte algo para Reyes si un bolso de tela te hace tanta ilusión”. Vale sí, era un bolso de tela, pero lo importante estaba en el interior. Vamos, esto:


Tengo mi propia campaña de marketing directo. ¡Toma pastillas de goma!

Es decir, el Avance Editorial de “Sabrina: 1 – El Mundo: 0”. La repanocha.

La editorial me había enviado una muestra de lo que estaba enviando a distribuidores, libreros, comerciales, etc. del país. Como diríamos en el sector publicitario “una campaña de pre-lanzamiento con material promocional de primera calidad que nos dará notoriedad y nos aupará a una victoria de bla, bla, bla, objetivos de marketing cumplidos, distribución total super-multi-mundial, mucha pasta para todos y la gloria y tal...". Como soy una escritora novel y todo esto es nuevo para mí os imaginaréis la ilusión que me hace. Y es que ¡¡tengo mi propio folleto publicitario!! Toda la vida murmurando maldiciones de los folletos que tenía que escribir y ahora alguien ha escrito uno para mí donde se dicen cosas tan fantásticas como "una hilarante sátira sobre el mundo de la publicidad", "la primera novela chick-lit ambientada en España" y "apoyo promocional". Palabras que me abruman todas y me hacen sonrojar durante los escasos veinte segundos que mis hijas me dejan libre para pensar en la que se me viene encima. Pero hasta el 12 de febrero, fecha de lanzamiento, no sabremos cómo termina esta historia.

O cómo empieza...

lunes, diciembre 03, 2007

La historia de amor más bonita del mundo, o así

Me envía Gellar, lectora atentísima de este blog desde casi el mismo principio (fue aquel el tercer artículo), pero que se prodiga poco, una hermosísima pintada que encontró en una farola de su barrio:



Esta farola pertene a Luxo? Es su ex? Fdo. Luxo.

Así es el amor, amigos. Aparte de que trastoca la capacidad de la gente -se pregunta a sí mismo en tercera persona, como César y Maradona, sobre la farola; y qué exótico es ese "pertene", me ha dejado loco- hace que los que lo sufren no reparen en las dificultades. Qué más da que ella sea una farola y tú un chico con un rotulador, nada se interpone a nuestro amor; si hay barreras, las salto. Da un poco de mal rollo porque el tipo considera a la farola de su pertenencia (¿La golpeará por las noches cuando no le ilumine como a él le gusta?) pero su desgarrado grito de hombre abandonado ("Es su ex?" se pregunta roto de dolor) nos muestra un hombre inseguro que palidece ante la visión de su amada, que teme que la farola le abandone para iluminar prados más verdes. Ay, Luxo. En tu nombre se contiene la virtud de tu amada, así de dentro la llevas -metafóricamente-. Es el amor, sí, el amor, que nos mata y nos da la vida, por el que sufrimos y gozamos.

El amor de un hombre por su farola.

El amor.

Yo no tengo más palabras, pero afortunadamente, él sí:

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