viernes, mayo 28, 2010

Se ruega saludo



A veces nos quejamos de que la gente que nos atiende no es amable (nosotros lo hicimos aquí y profetizamos un cartel semejante a este, tenemos poderes), pero con frecuencia no lo somos nosotros con ellos. Que diréis que ese cartel no es por simpatía, sino para saber si ha entrado alguien a robar. Cínicos. Mal pensados. Que yo también lo he pensado, pero un ladrón, obviamente, no saludaría aunque se lo dijeran en un cartel, a menos que fuera un ladrón raro. O sea que no es eso. Es para fomentar la conversación y las relaciones interpersonales.

¿Sabeis lo que pienso a menudo? Que es un asco estar trabajando en un sitio y la gente te vea como un mueble, es decir, que no te vea. Por eso siempre que paso al autobús le digo buenos días al conductor.

¿Sabéis lo que pienso a menudo? Que si yo fuera un conductor y cada una de las personas que entran en el autobús me dijera buenos días, a las once de la mañana me darían ganas de pegarme un tiro, o de pegárselo a la señora del vestido de flores. Por eso no me he sacado el carnet de conductor de autobuses: me dan miedo los buenos días.

¿Sabéis lo que pienso a menudo? Que molaría tener ese cartel de la foto justo al lado de la lista de comentarios de un blog cualquiera, como el Cerdo agridulce, por ejemplo. Guiño, guiño. Para que todos los que pasaran por aquí dijeran: buenos días. Sería estupendo. Y no habría ningún peligro, porque yo no sé si llevais vestidos de flores o si sois señoras.

viernes, mayo 21, 2010

Ich bin ein Berliner!

Parece ser que esta famosa frase la dijo el Presidente Kennedy hace la torta de años en su primera visita a Berlín y, estoy segura de que no la pronunció por las mismas razones que yo. Kennedy hablaba entonces, en plena Guerra Fría, de solidaridad. Hoy yo hablo de envidia. Y es que es bastante difícil, incluso para una vallecana de pura casta como yo, no querer ser berlinesa en el momento en el que uno pone el pie en esa maravillosa ciudad. En su aeropuerto, en cambio, no. Pero nos han dicho que están a punto de inaugurar uno nuevo, así que nos veremos obligados (sí, sí, alguien tendrá que hacerlo) a regresar en breve para ver si el nuevo aeropuerto está a la altura.


Parece la sede de AutoRes, pero ¡eh!, una sede de AutoRes con Wifi.


Mientras tanto me conformaré con hacer una lista (con ningún propósito concreto más que el de satisfacer mi necesidad vital de hacer listas, que es mucha) sobre todas las cosas de Berlín que me han dado una envidia terrible.


1.- Las bicicletas: Parece que ahora se ha puesto de moda en nuestro país apostar por este medio de transporte, pero cuando uno sale fuera de España se da cuenta de que lo que realmente están haciendo nuestros ayuntamientos es tirando a poco, tirando a nada o, peor aún, tirando a tomarnos el pelo. Sólo visitando una ciudad como Berlín te das cuenta de lo que significa realmente apostar por las bicis como un medio real de transporte con la misma presencia, derechos, obligaciones, etc. que los automóviles. He leído por ahí que en Berlín más del 10% de las calles cuenta con carril bici y semáforos adaptados a los ciclistas, pero la presencia de mensajeros, oficinistas, padres con críos es constante en casi cualquier rincón y nadie parece temer por su integridad física. Conclusión: envidia por la ausencia de atascos, malos modos, malos humos, segundas filas y por la facilidad con la que puedes encontrar aparcamiento fácilmente hasta en el mismo centro de la ciudad. Y también envidia por la posibilidad de llevar una de esas bicis tan monas que arrastran un remolque con un bebé sin preocuparse de quedarse sin descendencia o de que una caravana de transportistas y taxistas te llamen cosas un poquito más fuertes que mala madre.


Imaginaos una de estas subiendo por la calle Alcalá en plena hora punta.


2.- Los tranvías: Como los autobuses pero más silenciosos, más rápidos y menos contaminantes. De la calidad de sus carteristas no puedo hablar porque no fui galardonada. En general, el transporte público en Berlín nos pareció caro (nada envidiable en ese punto aunque, como siga la Espe así, nos ponemos al día rápido), pero a cambio, el servicio es organizado, puntual, impecable y ¡nocturno! Me dio envidia que en casi todas las paradas se pudiera consultar recorridos, horarios, transbordos a través de realidad aumentada. Otra cosa que me dio envidia (y también vergüenza ajena por la parte que me toca) es la ausencia de torniquetes, revisores y otros métodos de control para evitar que la gente se cuele en el metro, en el autobús o en el citado tranvía. Es decir, envidia por no ser tratada como una caradura que se va a colar a la mínima de cambio y envidia de que la gente que me rodeaba fuera tan cívica.


3.- El no ruido: Es especialmente duro aterrizar en Madrid, salir de la T4, ser recibida por un clamor de pitidos (para nada relacionado con lo bien que te sientan tus pantalones nuevos) y, sobre todo, darte cuenta de que llevas cuatro días sin escuchar ninguno. Y no sólo eso, es la contaminación acústica en general. Dicen que España es uno de los países más ruidosos del planeta, pero no te das cuenta del problema hasta que no pasas unos días fuera y compruebas en persona que se pueden tener conversaciones en una calle principal sin necesidad de gritar al otro.


4.- Las terrazas: Por todas partes, en cualquier esquina, en cualquier lugar. Supongo que debe ser una consecuencia directa de la prohibición de fumar en lugares públicos. Sin embargo, eso no es lo que me dio envidia. No, no. ¡Qué va! Lo que es envidiable es que ninguna de estas terrazas luce mesas sucias de plástico con el logotipo de Mahou impreso y un dispensador horrible de palillos. A cambio, se decoran con el mismo mimo que el interior de los locales y nadie piensa que el jarrón de flores frescas que adorna cada mesa va a volar en cuanto te des la vuelta, cosa que en España sí pasaría incluso si en vez de un jarrón precioso de flores frescas fuera un servilletero andrajoso con el logotipo de Mahou. También me causa envidia sus horarios de apertura. Amplísimos. Abiertas desde primera hora para servirte el desayuno o hasta bien entrada la noche para servirte una cena con una copa, organizado todo con dos turnos de personal. Como si los dueños hubieran trazado un maligno plan (atención: una ironía de grado ocho se ha colado en este artículo) para sacar el máximo rendimiento a sus negocios y ya de paso, fomentar el empleo.


Vale sí, esta terraza está en Madrid, pero es la del Ritz.


5.- El río Spree: Y vosotros diréis, Rebeca, tú tienes el Manzanares. Mentira. Ni yo ni ningún madrileño tenemos el Manzanares. Ni yo ni nadie puede navegar por el Manzanares, pasear junto al Manzanares, disfrutar de una terraza junto al Manzanares, mirar al Manzanares sin fruncir el ceño, respirar junto al Manzanares, bla, bla, bla.


6.- La grandiosidad de la ciudad: Y es que yo no sé vosotros pero a mí me parece que muchas ciudades españolas están construidas con avaricia, como si diera miedo desperdiciar el espacio en algo tan poco productivo económicamente como las calles en sí. El resultado son aceras estrechas, vías en las que es casi imposible aparcar en ambos lados o salir del garaje sin maniobrar con un coche familiar, avenidas atascadas constantemente y expertos en urbanismo intentando acoplar los prometidos carriles bici donde sea, incluso a costa de reducir la ya reducida acera a la mitad o cosas peores aún:



Nos pateamos Berlín de arriba abajo durante cuatro días (mis muslos nunca te lo agradecerán lo suficiente, Fer) y visitamos hasta el último rincón y nunca tuve esa sensación de agobio. Pero, todavía hay más. Caminar por la avenida Unter den linden de Berlín sin abrir la boca constantemente es imposible. La concentración de edificios impresionantes, espacios increíblemente amplios, la Puerta de Brandemburgo en el horizonte configuran la majestuosidad de un escenario hecho para epatar al caminante.


7.- El Brunch: Los habituales de este blog sabéis de sobra que somos defensores del brunch a muerte, hábito importado de Estados Unidos que se puede adoptar en Madrid en varios y estupendos sitios... pero es que en Berlín ¡se puede hacer en todos los sitios! Y a un precio realmente bajo, algo más envidiable aún: por nueve euros puedes disfrutar de un buffet con una amplia selección de platos calientes y fríos. En general, comer en Berlín nos ha parecido bastante más barato de lo que esperábamos y más aún, si tenemos en cuenta que se trata de la capital de un país con una media de sueldos muy por encima de los españoles.


8.- El estilo de los berlineses: Y, sobre todo, el NO a la uniformidad Tantos estilos y tan dispares que ni siquiera me atrevería a clasificarlos en categorías cerradas como punks, heavies, románticos, etc. Individualización, libertad creativa y respeto. Sin que eso levante miradas de estupefacción en el metro. Sin herir suceptibilidades. Conclusión: envidia por el color, la variedad y la ausencia del sentido del rídiculo, algo que parece que a los españoles nos cuesta bastante conseguir.


9.- Las currywurst: Yummmmmmmmmm.


Sin embargo y a pesar de todas estas cosas maravillosas que he dicho aquí de Berlín, hubo momentos paseando por la ciudad en los que sentí una tristeza infinita y creo que no necesito recordaros las terribles cosas que se han vivido allí. Acontecimientos que los berlineses no sólo no esconden avergonzados, sino que sacan a la calle para que nadie olvide lo que un ser humano puede llegar a hacerle a otro. Para que no se vuelva a repetir. Y ese es, sin duda, el último punto de esta lista. El más envidiable. Y el más horrible también.







martes, mayo 18, 2010

Quincena del vídeo marciano

Parecería que estamos en plena promoción del vídeo friki aquí en el Cerdo agridulce, con lo poco que nos gustan a nosotros esas cosas. Lo que pasa es que la actualidad manda, y nosotros no nos podemos oponer a ella. Primero fue Qué bonito es Israel, más tarde la Caja de puros bizarra, luego el anuncio ese de las mochilas y ahora este brevísimo, pero rico en detalles, que la maestra de encontrar joyas absurdas, Miss Altovoltaje, nos envía amablemente, cosa que le agradecemos. Ahí va:



Quién no ha estado en una boda y ha seguido el ritmo de una conga desganadamente, mientras una gorda y una niña canija nos contemplan con indiferencia desde la tarima (la menor pensando en si invita a la mayor a bailar, la mayor pensando en por qué no ha repetido langostinos) y un señor con bigote nos jalea desde el escenario. Qué recuerdos. A mí me da penita la manera en que el baile se disuelve cuando nuestro hombre se lanza enloquecido a cantar, cómo él insiste mientras los demás van a sentarse o a emborrcharse o a meterse mano. Y él se da cuenta, vaya si se da cuenta, así que vuelve a su puesto.

Y se acerca a su cómplice. Digo cómplice porque, fíjense, ella se coloca un poco para que él tenga más fácil la siguiente parte del número. Y él hace el solo de batería en sus pechos, como lo ha hecho miles de veces en sus treinta años de experiencia animando bodas. Eficientemente. Desapasionadamente. Como un profesional. Y ella recibe las bofetadas como una profesional. Impertérrita. Probablemente sin darse cuenta siquiera.

Aquí tenemos al DJ cantante en otro momento de la fiesta. Nótese que el vídeo está grabado medio a escondidas, sin duda porque al que lo grabó le da miedo que el DJ le aplique el mismo tratamiento que a la chica.



Dios, si es que lleva el ritmo en la sangre. A notar el momento en el que se apodera del ratón: Chist, no me toques el ratón. Que el que controla soy yo.

Como es natural, centenares de miles de novios que estaban programando su boda han buscado al DJ. Cosa que ha molestado a otros DJs, por ejemplo unos que tienen el mismo nombre, Stardust Entertainment (debe ser el equivalente a Discoteca Camelot u Orquesta Maracaibo). Atención a lo que ponen en su página web:

"There is a you-tube video that show a DJ with a sign that has Stardust Entertainment on it. We need to let you know that the you-tube video is NOT one of our DJ's and is NOT in any way affiliated with us. However our lawyers are conducting an investigation on this video to find out who is using our name. The name is a registered trademark and can not be used by anyone. The name Stardust Entertainment can only be used in certain parts of the country and if anyone knows where the event took place please let us know.

Mo-la lo de you-tube, ¿eh? Esta gente está a la última en tecnología. Como el profesor ese que tenía yo de Tecnología de los medios, en la Facultad: Cuando le dices a tu titi: "¿Me subes la intensidad del giradiscos?", ¿qué quieres decir?

Lo que es feo es que quieran vengarse del DJ porque usa el mismo nombre que ellos; bueno, por envidia, seguramente, pero es lo que dicen. Por eso han puesto a sus abogados a investigar. Que los abogados también deben ser de los que escriben you-tube, porque los pobres necesitan ayuda para saber dónde está grabado el vídeo en lugar de mirar directamente las eti-quetas de yo-tube: Daytona wedding, dice una de ellas. ¿Qué querrá decir? ¿Dónde está Perry Mason cuando se le necesita? (nota mental: acabar el post sobre Perry Mason).

sábado, mayo 15, 2010

John Lennon se pone a anunciar mochilas

Me pasa César (gracias, majo) este anuncio que me deja sin palabras porque usa a John Lennon (debe ser tendencia; primero el de Citröen, ahora este):



Cómo ayuda esto a vender mochilas y qué significa son preguntas que no me atrevo a contestar, pero Yoko Ono sale considerablemente mejor que en el original, las cosas cómo son. Y creo que si Lennon estuviera vivo le gustaría más este que el de Citröen. Y creo que Yoko Ono debe estar consultando con sus abogados qué hacer.

Hay otras tres piezas en la campaña, de las que me quedo con esta otra, que no usa famosos:



Me hubiera gustado estar presente cuando el creativo le contó la campaña al cliente, y saber qué tipo de coacciones usó para lograr que le aprobaran la idea.

viernes, mayo 14, 2010

Cariño, vengo de cambiarme de nombre; ahora me llamo Samantha

Es el típico lunes en el que no había que haberse levantado de la cama.

Muy meritorio lo de este chico. Cualquier otro sólo habría usado la comic Sans, pero el tío es un tipo con gusto. Lástima que Samantha no.

Vía Se lo vi a alguien en el Twitter y ya no sé quién fue.

miércoles, mayo 12, 2010

Diez maneras diferentes de ser Laura, de Rebeca Rus

A lo tonto a lo tonto, Rebeca Rus vuelve a sacar novela, la tercera ya. Qué jodía, ¿eh? Tras las muy descacharrantes Sabrina 1 -El mundo 0 y Sabrina contra el imperio del zapping (si no las has leído yo no digo nada, el mundo es libre, pero es como no probar el chocolate y el jamón serrano; que vamos, que tú verás, que no vas a morirte por no hacerlo, pero el mundo es mucho mejor con chocolate. Dónde va a parar, el chocolate que vale para todo, para animarte, para calmar la ansiedad y para sustituir el sexo suave, el salvaje no, a menos que el chocolate sea uno de esos de Lindt de chocolate negro con chili o con sal, buf), tras las descacharrantes, decía antes del paréntesis ese que no sé cómo me he liado pero me he puesto a escribir y a justificar y a explicar y al final era eterno, tras las descacharrantes, decía, llega una nueva novela, que es la que pone en el título del artículo, en letra grande: Diez maneras diferentes de ser Laura.



A destacar que la portada es bastante poco rosa (acuérdense de la primera), por lo que los lectores masculinos de este blog ya tienen pocas excusas, aparte de que no les guste el chocolate.

Diez maneras diferentes de ser Laura es una comedia romántica en la que una chica tímida cuyo nombre seguramente sospechan se refugia en fantasías en las que todo le sale bien para escapar de su horrorosa realidad, una en la que no llega a fin de mes, ningún chico la mira dos veces y su madre le dice constantemente qué puede hacer y qué no. Hasta que consigue el trabajo de sus sueños y todo parece ir mejor; sólo que en realidad no todo va mejor, claro, sino lo contrario. Como de costumbre con la señorita Rus, hay momentos surrealistas e idas de pinza marca de la casa. Hay fábricas casposas, jefes ídem, heavies descerebrados, genios locos, espadas láser, rebajas del 50% en Zara, chicos tan guapos que deben ser mentira, madres autoritarias, crímenes por resolver, vecinas chismosas y una chica con muchos pájaros en la cabeza.

Ya sabéis qué hay que hacer. Comprar, comprar, comprar, regalar a amigos y paisanos, hablar de la novela por ahí, en fin, hacer de grupis.

P.D. Rus está en Facebook y en Twitter; ¡escritora multimedia!


viernes, mayo 07, 2010

Infancia bizarra

A mí, claro, me parecía lo más normal del mundo porque en mi casa siempre había estado allí. Pero de pronto un día me acordé de la caja de puros que guardaba mi padre en el mueble bar. Mi padre no fumaba, excepto algún domingo que otro. Cogía un puro -recuerdo del enlace de Fulanito y Menganita, ponía en la vitola-, lo encendía y se lo fumaba con un cubalibre o un coñac, haciendo oes de humo. La caja de puros era esta:



Exacto, eso es, no les engañan sus ojos y sus oídos. Una caja de puros con un sobrerrelieve de don Quijote y Sancho Panza que al abrir hace sonar Si yo fuera rico. ¿Cuál es la conexión? No lo sé. A mí me parecía normal, ya digo. A saber qué montón de cosas de mi vida que me parecen normales son en realidad cajas de puros bizarras.

martes, mayo 04, 2010

Se siguen vendiendo pisos

Nos muestra Galgar (muchas gracias) en los comentarios del post anterior un anuncio estupendástico que no hemos podido poner antes aquí en portada porque estábamos en Berlín (información irrelevante destinada a hacer ña ñaña ñaña). Aquí está para su disfrute:


Viene a ser la vieja práctica marketiniana de decir muchas cosas en poco espacio, a pesar de que algunas no vengan a cuento. Horror vacui.
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