viernes, julio 09, 2010

Felices vacaciones

Pues sí, queridos amigos, llegó la hora de anunciar que por causas, nada ajenas a nosotros mismos, este blog se cierra durante unos días. ¿El motivo? Ya os imagináis: Vacaciones con Mayúsculas. O, VACACIONES CON MAYÚSCULAS DE VERDAD.

Aunque... la verdad es que se trata de una denominación muy rimbombante para apenas una semana fuera de Madrid, algo que ya no tiene nada que ver con lo que significaba hace unos años para los españoles la palabra vacaciones:




Cuando dejéis de tararear la música, plantearos a ver quien es el guapo que se tira ahora
tres meses sin pegar chapa en Nerja y se os quitarán las ganas de volver a cantar.


Claro que, veinte años atrás, la cosa estaba realmente muy malita para mis padres (malita de las de verdad no malita de las de "voy al banco y pido un préstamo porque aquí nadie se queda sin playa") y las vacaciones se transformaban en tres meses en Madrid, que se estiraban como un chicle pisoteado. Tres aburridos meses en los que yo deambulaba como alma en pena por su piso de Vallecas intentando esconderme del calor y del aburrimiento. Deseando que llegara el colegio. O el Apocalipsis, que total, eso y julio en Madrid es prácticamente lo mismo.

Hasta que un día Caja de Madrid abrió este local cerca de mi casa:

Mira a la carretera, niño, ya verás el edificio cuando entres en el Cerdo agridulce

No sólo era un local de acceso gratuito (imprescindible para una adolescente sin paga como yo) sino ¡que tenían aire acondicionado! (imprescindible. Punto y final). Al principio, las responsables pensaron que yo había suspendido todo en junio y estaba haciéndome la remolona para no comenzar a estudiar. Pero no tardaron en darse cuenta de mi maquiavélico plan.

¡¡Rebeca Rus estaba pasando sus vacaciones en la biblioteca de Doña Carlota!! ¡¡Por todo el morro!!

Y qué vacaciones, tíos. Uff. Menudo tobogán de emociones. Menudas conversaciones trascendentales. Qué bien funcionaba aquel aire acondicionado. Y los libros que prestaban tampoco estaban nada mal. En serio, puede que me leyera casi cien libros cada verano que pasé allí, uno por día. Puede que hiciera cientos de amigos. Puede que mis veranos cambiaran para siempre desde que encontré un sitio al que ir. O muchos sitios. O muchos libros, que para el caso es lo mismo.

Así que os podéis imaginar que ayer, cuando leí en El País que Caja Madrid ha decidido cerrar esta biblioteca y muchas otras más, me invadiera la nostalgia. Una nostalgia de veranos tan laaaaaargos como chicles, sin nada que hacer más que leer un buen libro y tener una conversación trascendental de tres o cuatro horas con tu mejor amiga mientras compartes una bolsa de chuches. Veranos de patines injertados en los pies y rodillas llenas de heridas. Veranos de intentar colarse en la piscina de algún amigo rico y de ganarse unas pelillas cuidando a tus primos pequeños. Esos veranos que ya no existen para mí. Y que no se pueden comparar con apenas una semana en la playa.

4 comentarios:

eMe dijo...

Pues que pena que lo vayan a cerrar...Siempre quedarán los recuerdos (y la nostalgia, como odio la nostalgia)
¡Que paséis un buen verano!
Un saludito desde Canarias juju

meritxein dijo...

qué lástima! hay una en mi barrio y tienen algunos libros estupendos...estos de Caja Madrid...como no sacan pasta de una biblioteca...

Palomares dijo...

Una pena que se cierre, sí.

Quería dar un mensaje a todos los cacos que estarán leyendo este artículo. Aunque la autora dice que nos hemos ido de vacaiones no es cierto. Yo sigo en casa, armado con mi AK-47 y mi colección de cuchillos Ginzu (soy un experto ninja en su lanzamiento), en el salón, esperándoos con la calma que dan mis diez años como boina verde. Y eso.

Sara Mansouri "Saroide" dijo...

Esta entrada ME HA LLEGADO AL ALMA.

Yo también he pasado esos pedazo de calurosos veranos sin salir de Madrid (con la excepción de un par de años que pude ir a los campamentos esos de la Comunidad), esos veranos sin saber dónde meterte, haciendo amigos de vacaciones, deambulando por el barrio a la caza de nuevos amigos y de entrenimienros estivales para pasar los calores.Y me acuerdo de una biblioteca similar, que estaba en Vicálvaro, mi barrio de aquel entonces. La noticia del cierre de estas biblios también me puso triste... Un saludo ;)

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