lunes, noviembre 09, 2015

Yo que tú no lo haría, forastero

El otro día estuve viendo en el Museo Thyssen una muy interesante exposición sobre el lejano Oeste. La muestra recoge cuadros del siglo XIX sobre el tema, ropa y artilugios diversos de los indios, retratos de indios, etcétera (podéis encontrar unas cuantas fotos sobre la exposición con el hashtag #lejanoOeste , incluyendo unas cuantas que hice yo, si es que sois tan vagos como para no acercaros al museo).

Que por cierto, mira qué cosas más raras se encuentra uno al buscar el hashtag #LejanoOeste:

Una foto publicada por @ximecapristo (@ximecapristo) el


Bueno. A lo que iba.

Junto a esos ejemplos sacados de, digamos, la realidad -incluso aunque las fotografías de Gerónimo o Toro Sentado estuvieran teatralizadas- en la exposición hay abundantes ejemplos de lo fantasioso: pósters de películas de John Wayne y Jimmy Stewart, muñecos de vaqueros o novelitas de Karl May (resulta que el barón Thyssen era muy aficionado a las novelas del Oeste y tenía una amplia colección; como mi tío Jerónimo).

Y fíjate que acabas de conocer la verdadera historia hace unos segundos, pero te emocionas más al ver una foto de John Wayne en Río Grande cuando sabes de sobra que eso es MENTIRA. Qué poder tan tremendo el de la ficción, cómo nos llegan las aventuras falsas, basadas en una idealización partidista de los hechos, mientras que la verdadera historia nos parece nada más una curiosidad. Qué lástima que John Ford no dirigiera una historia basada en la muerte de Toro Sentado, por ejemplo, para que su historia nos conmoviera tanto como la de Ethan Edwards.


No, no es Ethan. Pero como gif mola más este que el de un hombre en el porche de una casa.

martes, noviembre 03, 2015

Pasa el tiempo lentamente o no tan lentamente

El miércoles pasado fui a jugar al fútbol. Hacía ya algunos meses que no jugaba, así que no forcé mucho la máquina (nunca lo he hecho, en realidad). ¿Pues sabes qué? Todavía me duele la espalda y la parte posterior del muslo izquierdo.

Esto es algo que últimamente me sucede. Me acuesto a las dos de la mañana y al día siguiente es como si me hubiera atropellado un tranvía. Tomo un café por la noche (yo que siempre he tomado hectolitros de café) y me desvelo. Como chocolate de más (chocolate de más es un concepto que antes no existía) y tengo acidez.

Que me estoy haciendo mayor, vamos. Ya ves, con lo lozano que parecía. Raúl, el jugador que parecía eterno, se retira. Y eso que es más joven que yo. Porque yo ya tengo 40 años. Casi 41. Y un día me duele la rodilla, otro tengo el cuello como un tablón y otro me pongo a pensar que ya tengo una edad y debería mirarme cosas. El colesterol, las transaminasas, la próstata.

Nunca había dedicado tiempo a pensar en esas cosas. Cuando uno es niño y se imagina de viejo no piensa en todo el proceso hasta llegar allí; te imaginas viejito, con la cara muy arrugada, jugando al ajedrez y paseando con un bastón, resolviendo crímenes. No te imaginas los achaques, ni los peligros, ni las dificultades. Lo que te cuesta bailar. Lo que te empieza a costar cumplir con tus obligaciones matrimoniales de los sábados.

Que no digo que me pase a mí. Digo que puede pasar. Como cuentan en una web dedicada precisamente a diagnosticar problemas de disfunción eréctil, aka impotencia, entre otros problemas masculinos, Tenemos una edad. Que puede que sea el mejor nombre de web de la Historia para hablar de estas cosas, por cierto.

Porque con esta edad hay que cuidarse algo, o bastante. Ya no es que te recuperes regular de un partido de fútbol en el que te has arrastrado, más que jugado. Es que el futuro te está atropellando desde hace bastante. Por ejemplo, hace unos días Marty McFly llegó al futuro. ¡Qué lejos nos parecía! Pues ya está aquí. Y Michael J. Fox tiene Parkinson. Y tú ojeras y a lo mejor, Dios no lo quiera, un poco de papada.

Y si eso te parece poco, piensa que Blade Runner está ambientado en noviembre de 2019. Sí, dentro de cuatro años. ¿Qué achaques tendrás dentro de cuatro años? ¿Existirá el Cerdo agridulce dentro de cuatro años? Piensa que Harrison Ford tiene ya 73. Cómo te quedas, majo. 73 años. Pero que tú vas de camino. Dios quiera que llegues a los 73. Pero ya vas teniendo problemas. Lo de tomar café y no poder dormir, que te decía antes. O el colesterol. O la disfunción eréctil. Que ya tenemos una edad.

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